Hay días en que no queda fuerza ni para llorar. Todo se siente pesado, lento, sin sentido. Pero aunque el alma no pueda más… tú sí puedes.
No porque tengas que ser fuerte. Sino porque dentro de ti hay algo que nunca ha sido destruido: tu espíritu.
Hoy quiero hablarte como una hermana que ha estado ahí.
Donde nada alivia. Donde todo parece perdido.
Pero escucha esto:
Aún en la oscuridad, estás siendo sostenida.
No por tus fuerzas, sino por el amor que Dios te tiene.
Tú puedes seguir.
No porque lo sientas.
Sino porque el que te creó, aún no ha terminado contigo.
Respira.
Pide ayuda.
Llora si es necesario.
Y cuando estés lista, levántate aunque sea en silencio.
Dios no se ha ido. Y tú, aunque herida… sigues viva.
Add comment
Comments